Al leer la siguiente cita de Piaget, un reconocido psicólogo experto en infancia, encontramos la clave de lo que significa el juego en la infancia. El juego implica poder plasmar sus experiencias y vivencias en un medio amable que les permite elaborar su percepción de ese mundo que día a día descubren.
El juego es la respuesta a la pregunta: ¿Cómo llegan a ocurrir cosas nuevas?
Jean Piaget

Hay un aspecto que, como personas adultas, debemos tener claro: el juego NO es una pérdida de tiempo. A menudo, desde nuestra cabeza de adultos parece que los niños y niñas deben invertir su tiempo y esfuerzo en alcanzar objetivos importantes. Esto para el ojo adulto, va desde lograr encajar piezas del puzle hasta aprenderse las letras. Incluso percibir el juego como “la labor” del niño/a, le confiere un carácter maduro, carente de sentido desde la visión infantil. Jugar no está dirigido a una meta, es espontáneo y tiene valor por sí mismo, sin necesitar ninguna recompensa.
El juego en la Infancia
El juego es el vehículo que manejan para organizar, de forma tangible, sus experiencias, liberar tensiones y agresividad que no saben expresar de otro modo. Incluso permite representar situaciones perturbadoras, conflictivas o confusas, como señala Landreth. Es importante considerar que, sobre todo en la primera infancia, todavía tienen dificultades para expresarse a nivel verbal y, mediante el juego en la niñez, pueden comunicar y expresar sus experiencias y sentimientos.

Siguiendo esta línea, el juego en la infancia se convierte en el lenguaje simbólico en la niñez y puede representar la situación que ha vivido, las reacciones a aquello que ha ocurrido, sentimientos acerca de lo que experimenta, lo que el niño desea, quiere o necesita y la percepción del yo del propio niño.
Por lo recogido anteriormente, el juego en la infancia es parte fundamental cuando se abordan las dificultades del menor o la menor en terapia. Landreth describe la terapia de juego como “una relación interpersonal dinámica entre un niño o niña y un terapeuta […] que proporciona materiales de juego seleccionados y facilita el desarrollo de una relación segura para el niño para que se exprese y se explore a sí mismo […]”.
El juego

Por el momento evolutivo en el que se encuentran, los menores de 10-11 años, tienen dificultad para llegar al pensamiento abstracto, la función simbólica del juego (de representación), crea un puente entre lo concreto y lo abstracto. Experimentar y jugar les da a los infantes el control sobre situaciones que para ellos son incontrolables y les ayuda en su digestión. ¿Siempre tiene sentido para el adulto? No, de hecho, a menudo es fantasioso y alejado de la rigidez del mundo adulto. Por ello, las personas adultas debemos ser flexibles y adaptarnos al enfoque del niño, una caja puede convertirse en una nave espacial y una misma familia puede estar formada por dragones, focas, patos y ovejas.
¿En la terapia de juego, es el terapeuta quien debe dirigir el juego? No es así, sino que es el niño quien se explora a sí mismo, quien puede crearse, evaluarse y descubrirse pero el terapeuta no tiene un papel pasivo. Al contrario, el terapeuta adquiere un papel emocionalmente activo, interesándose de forma genuina y auténtica por los sentimientos, actos y decisiones tomadas por el niño.
En conclusión, no debemos olvidar que el juego en la niñez, además de contribuir a su desarrollo físico y cognitivo también repercute en su desarrollo personal y emocional y, como adultos, es nuestra labor favorecer y proteger ese espacio para el juego.
El juego da a los niños la oportunidad de practicar lo que están aprendiendo… tienen que jugar con lo que saben que es verdad para descubrir más, y luego pueden usar lo que aprenden en nuevas formas de juego
Fred Rogers
Puedes leer más en:
Landreth, G. (2018) La terapia del juego: el arte de relacionarse jugando. https://www.casadellibro.com/libro-la-terapia-del-juego/9788491113577/6425135
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